January 10, 2022
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Melanie M. Acosta, Ph.D. Madre de 5, Esposa, Cristiana, Dueña de Negocio Propio, y Profesora Asistente de Educación-FAU [Florida Atlantic University]

Cuando mi hijo estaba a punto de comenzar el jardín de infancia, como la mayoría de los padres, ¡estaba emocionada! Como mujer de ascendencia africana nacida y criada en los EE. UU. (En el Sur), la educación y la escolarización siempre se describieron como herramientas de libertad. Los mayores de mi entorno familiar siempre me alentaron a “ir y obtener mi educación porque lo que yo obtuviera, nunca me lo podrían quitar”. Así que la educación y el aprendizaje se me presentaron como algo que podía obtener dentro de una sociedad estadounidense que injustamente le había quitado tanto a mi gente; pero también era algo que yo (y mis padres) tendríamos que proteger de las instituciones eurocéntricas decididas a mantenerme en la esclavitud a través de la mala educación (Woodson, 1933) y la sub-educación. Y llevé conmigo estas ideas centradas en la libertad hasta la edad adulta cuando asumí mi papel de padre.

Sin embargo, para lo que no estaba preparada, era cómo algunas escuelas reaccionarían a mis intentos de ser una madre involucrada y comprometida. En mi opinión, un padre comprometido e involucrado era uno que:

• Conoce la manera en que los sistemas escolares funcionan y demuestran este conocimiento,

• Asiste a las reuniones escolares con una presencia activa que se muestra en la manera en que hace preguntas fundamentales, sacando a colación asuntos críticos, y mostrando expectativas,

• Formula recomendaciones referente a las necesidades de su hijo (a), escucha cuidadosamente las preocupaciones y comentarios escolares,

• Promueve el trabajo en equipo con los adultos involucrados en el proceso de escolarización de su hijo (a).

Para mi conmoción, consternación y más tarde justo clamor, esta no era la definición que las escuelas de mis hijos tenían en mente, al menos no para mí. Aprendí rápidamente que la participación de los padres afro-estadounidenses desde la perspectiva de algunas escuelas significaba que yo:

• Silenciosamente aceptara cualquier información que me diera la escuela,

• Me sometiera a la autoridad y credibilidad de los educadores,

• “Hiciera acto de presencia” solo cuando la escuela deseaba que yo lo hiciera (para dar dinero para eventos de recaudación de fondos, posar en las fotografías en el sitio web, pagar dinero para hacerse miembro de — pero no para liderar la Asociación de Padres y Maestros, etc...).

Y cuando no me presentaba de la manera en que las escuelas querían que lo hiciera, me catalogaban como “ESE” padre. Ud. sabe, el padre, la madre que siempre genera “problemas”, el padre que siempre está descontento, el padre que siempre pregunta qué más se puede hacer, el que exige siempre que se haga mejor y haciendo todo esto así sin pedir disculpas.

Inicialmente, me dolió que mis intentos de ser aquellos “padres comprometidos e involucrados” que las escuelas decían que querían fueran rechazados. También me dolió que me etiquetaran como alguien con quien era difícil interactuar, simplemente no tenía sentido para mí y me desanimé. Luego comencé a preguntarles a otros padres afro-estadounidenses, especialmente a las mujeres, sobre sus experiencias y supe que la de ellas era igual. Pero también recibí el mayor apoyo de Janet. Janet era una mujer afroestadounidense, madre de un brillante niño negro con discapacidades. Ella era mayor que yo y su hijo un poco mayor que el mío. Mientras que de corazón yo le contaba acerca de mis experiencias interactuando con las escuelas, ella escuchó con atención y luego compartió: “Melanie, será mejor que defiendas a tus hijos. ¡Porque si no lo haces tú, nadie más lo hará!” De repente sentí la sabiduría de mis antepasados diciéndome que obtuviera una educación para que no me la pudieran quitar. Mi propósito fue renovado. Las palabras de Janet me ayudaron a amar la idea de ser “ESE” padre, ¡pero lo redefiní! Ahora, para mí, ser “ESE” padre significa todo lo que pensé que significaba antes ser un padre comprometido, pero también esto incluye:

• Hablar para que su hijo(a) pueda obtener una educación que no se lo (a) puedan quitar,

• Hacer preguntas difíciles acerca del racismo y la escolaridad,

• Desafiar las diferencias en la calidad que a veces acompaña asistir a la escuela siendo negro o latino,

• Presentarse dispuesto(a) a escuchar y aprender pero también listo (a) con mis propias expectativas, metas e ideas sobre cómo quiero que se realicen las experiencias escolares de mis hijos (as).

Así que a todos mis padres que están presionando mucho por la educación de calidad que sus hijos merecen y que han sido etiquetados como “busca pleitos”, estoy con ustedes. Te saludo y estoy contigo. Sea “ESE” padre. A todos mis padres que tienen miedo de ser “ESE” padre porque están preocupados por lo que la gente pueda pensar de ustedes: Yo también los veo y los escucho. Te animo a que mires a los ojos de tu hijo (a) y te recuerdes que valen la pena. Finalmente, a Janet: Gracias. Sus palabras de aliento hace más de 15 años atrás nunca me abandonaron y el éxito escolar de mis hijos se debe a su sabiduría.

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Siendo “ESE” Padre: Ud. Es El Mayor Defensor de su Hijo. No lo Olvide

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