Autora: Vanessa Thomas, M.Ed (Terapista en Gerena & Asociados)
Las pandemias son hechos desafortunados que se pueden encontrar en diferentes períodos de tiempo a lo largo de la historia. Para muchos de nosotros, podemos recordar la pandemia de influenza H1N1 2009 o “influenza porcina”, que según el CDC tuvo un estimado de 60.8 millones de casos en todo el mundo. Cerca de once años después, nos enfrentamos a otra pandemia: Covid-19 o el coronavirus. Dado esto, no es irracional creer que podríamos enfrentarnos a otra pandemia en nuestra vida. En este caso, hay algunas cosas que podemos aprender del pasado y cosas que podemos hacer para mantener nuestra salud mental intacta frente a un momento tan incierto.
Durante una pandemia, es seguro decir que la emoción número uno que todos sentimos es el miedo. Tenemos miedo de enfermarnos y de que nuestros seres queridos estén expuestos. Sin embargo, para muchos de nosotros, la ansiedad no se trata únicamente de estar expuestos al virus. También se trata de otras consecuencias naturales de una pandemia, como la seguridad laboral fluctuante. Al momento de escribir este artículo, 1 de cada 5 hogares estadounidenses había sido despedido de su empleo o recibió una reducción en las horas de trabajo debido a Covid-19, siendo los hogares de ingresos más bajos (aquellos que ganan menos de $ 50,0000 por año) los mayormente afectados. Otros están preocupados por la pérdida o cancelación de planes, vacaciones, deportes u otros eventos tan esperados durante el “distanciamiento social” obligatorio. Más importante aún, muchas personas se preocupan por tener suficientes recursos para superar tales momentos, en el caso de un cierre obligatorio, de ahí la escasez que todos hemos visto de uno de los artículos más básicos para el hogar: papel higiénico. Sin embargo, para la gran mayoría, nos preocupamos por lo que depara el futuro y todas las incógnitas que acompañan a una crisis de esta magnitud.
¿Qué es preocupación?
Por definición, la preocupación es “dar paso a la ansiedad o la inquietud; es permitir que la mente se detenga en las dificultades o los problemas”. Es posible que no lo digamos explícitamente o creamos que estamos preocupados, pero a menudo puede presentarse detrás de las caras cubiertas por un antifaz. Por ejemplo, la preocupación se puede apreciar cuando nosotros:
• Estamos más irritables de lo usual.
• Desahogamos nuestras frustraciones en las personas con quienes vivimos. Podemos tener una cara valiente en el trabajo con la esperanza de sentir que las cosas están normales. Mientras tanto, en casa las defensas bajan y quienes viven con nosotros y nos observan en totalidad, incluyendo cuando golpea la realidad y regresa nuestra ansiedad. • Llorar aparentemente “de la nada.”
• Experimentar sentimientos de pánico; corazón acelerado, opresión en el pecho, sudoración, pensamientos acelerados. • Tener dificultad para iniciar o mantener el sueño cuando no se presentaba esta situación con anterioridad.
• Rumiar (pensar en lo mismo una y otra vez).
• Consultar en exceso las noticias.
¿Qué Podemos hacer?
Primero, podemos honrar estos sentimientos. ¡Esto significa permitirse a uno mismo que salgan! Llore si es necesario. Tómese un momento para pensar en los peores escenarios posibles. Dígase a sí mismo en voz alta, a un amigo o a un pariente que se siente enojado, triste, molesto, confundido, asustado, ansioso, o todo lo anterior. Luego, intente:
• Considerar lo que haría por un amigo que estuviera pasando por un momento difícil. Lo más probable es que intentaría hacer algo amable por ellos que los hiciera reír o dejar de pensar en sus preocupaciones, aunque sólo fuese por un momento. Esto es exactamente lo que también podemos hacer por nosotros mismos.
• Tratar de ver una película. Quizás una vieja , tu favorita o puede optar por un género de película optimista o para “sentirse bien” como una comedia, una película de romance o una de acción. ¡No importa cuál elija, manténgase alejado de las películas de ciencia ficción sobre destrucción masiva y el fin del mundo!
• Tomarse un descanso de las redes sociales y los medios de comunicación. Si bien es bueno mantenerse informado, estar constantemente inundado de malas noticias seguramente afectará la salud mental de cualquier persona. Además, muchas veces, los medios de comunicación exacerban lo negativo mientras eclipsan lo positivo.
• Apagar el televisor y subir el volumen de su música favorita.
• Perderse en un buen libro, tal vez el que lleva meses acumulando polvo en su mesa de café.
• Si es posible, pasar tiempo de calidad con sus seres queridos. Durante las pandemias, el contacto con otros puede ser limitado, pero con la tecnología actual, eso ciertamente no equivale a estar aislado. Hacer lo mejor que puede por mantenerse conectado de otras maneras, como en Facetime, Marco Polo, Skype o Zoom.
• Si es seguro hacerlo, tomar aire fresco. ¿Cuántos de nosotros estamos atrapados detrás de escritorios y pantallas de computadora durante 7-8 horas todos los días? Rejuvenecerse pasando tiempo en la naturaleza y volviendo a las cosas sencillas.
• Lo más importante, recordar que uno sólo tiene control hasta un cierto punto. No siempre podemos cambiar lo que sucede a nuestro alrededor, pero podemos controlar cómo reaccionamos ante él. Como decía el difunto autor y conferencista motivacional
Dr. Leo Buscaglia, “La preocupación nunca le quita el dolor al mañana, solo le quita al hoy su alegría”
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