Por: Stacy Kramer, Gerente del Departamento de Terapias, Centro infantil de Broward
Imagine estar de pie en la berma central de una autopista. Es hora punta y los autos van a toda velocidad hacia usted desde varias direcciones. Escucha el rugido de los motores y las bocinas y huele el humo de escape, incluso siente el zumbido del aire sobre su piel a medida que los autos zumban a su alrededor. Es una gran cantidad de estimulación para que su cerebro lo procese, esto causa que se sienta ansioso, incluso asustado, alerta, estresado y al límite.
Afortunadamente, como un adulto, usted podrá entender las reglas del camino. Al saber que el tráfico fluye en patrones predecibles es reconfortante, al menos puede anticipar sensaciones entrantes. Sin embargo, un niño que no está familiarizado con dichas reglas y patrones, vería al tráfico que fluye en cada dirección posible sin manera de encontrar el orden dentro del caos.
Un niño bajo ese tipo de presión no tiene el estado mental adecuado para aprender matemáticas, leer o escribir. Dicho niño estaría más tentado a correr que a aprender. Con todo, esa es la condición de muchos de nuestros niños cuando se les pide que se sienten en silencio, que se mantengan quietos y que escuchen. Si bien pueden estar sentados en un salón de clases típico, para algunos niños las sensaciones diarias pueden sentirse amenazadores, caóticas y que causan distracción como el trá co de una autopista.
El procesamiento sensorial se re ere a la manera en la que nuestros cerebros reciben los mensajes entrantes de nuestros sentidos y organizan una respuesta motora o conductual apropiada. Es un proceso complicado, como lo es con todos los procesos complicados, existe un gran margen de error. Un mal funcionamiento del procesamiento sensorial puede ocurrir junto con cualquier perturbación, disfunción o lesión cerebral. No existe un acuerdo claro sobre cuántos niños se ven afectados por un trastorno de procesamiento sensorial, pero en base a algunos cálculos, por lo menos una de cada 6 personas se ven impactadas de alguna manera. Los niveles de severidad pueden variar desde bastante leve a absolutamente debilitante.
Muchas señales y síntomas del trastorno de procesamiento sensorial pueden confundirse fácilmente con una mala conducta. Por ejemplo, un niño que parece que no se puede sentar quieto puede que necesite un movimiento constante para poder sentirse cómodo y alerta. Un niño que nunca deja de tocarlo todo y a otros puede que necesite usar su sentido del tacto para organizar su espacio. Un niño que parece que nunca deja de tararear o de hacer algún tipo de ruido puede que trate de anular sonidos que le provoquen ansiedad o miedo.
A menudo, las conductas que parece que los niños no pueden inhibir o detener, a pesar de solicitudes y recuerdos repetidos, podría radicar en una necesidad sensorial que el niño no puede controlar.
A continuación, una lista parcial de algunos indicadores del trastorno de procesamiento sensorial. Algunas personas podrían tener uno o dos síntomas, mientras que otras, varios. Las señales de una disfunción de procesamiento sensorial también podrían parecer inconsistentes: algo que una persona afectada podría tolerar fácilmente, un día parecería ser extremadamente molesto.
Los indicadores incluyen:
- Reacción emotiva o con miedo ante ciertos ruidos
- Fastidiosos para comer
- Dificultad para sentarse quietos
- Tendencia a tropezar o a caer a menudo, o a chocarse con las cosas
- Tendencia a buscar oportunidades de juego bastante animadas o rudas
- Demasiada o muy poca fuerza al tocar a las personas y objetos
- Evitar tocar material desordenado
- Arrebatos emocionales no predecibles
- Dificultad para calmarse luego de molestarse
- Utilizar sólo ropa o zapatos específicos
- Dificultad para distanciarse de rutinas familiares o para tolerar cambios de planes
- No inicia ni mantiene el contacto visual
- Incapacidad de juzgar el espacio personal o los límites personales
La disfunción de procesamiento sensorial puede afectar a personas de todas las edades y capacidades. Es una condición neurológica, lo que significa es que es un reflejo de cómo está cableado el cerebro. A menudo, lo más importante que se puede hacer para ayudar una persona con una disfunción de procesamiento sensorial es elevar el nivel de concientización y entendimiento sobre la condición. A menudo, se les repite a muchos niños que lo único que necesitan es “hacer un mayor esfuerzo” en la escuela, cuando en efecto, están dando lo mejor de sí para lidiar con un ambiente para el que su cerebro no está bien equipado para manejarlo.
Si sospecha que alguien que ama pudiera sufrir un trastorno de procesamiento sensorial, una terapeuta ocupacional podría ayudar para definir el problema y sugerir un enfoque de tratamiento. Si bien cada persona con trastorno de procesamiento sensorial es distinta, lo más probable es que una cosa que todos los individuos afectados tienen en común es que no perciben el mundo de la manera en la que esperamos que lo hagan y que necesitan nuestro apoyo y entendimiento para ayudarlos a enfrentar al mundo que a menudo les puede parecer impredecible y amedrentador.
Stacy Kramer, MS, OTR/L es actualmente la Gerente del Departamento de terapias del centro infantil Broward, una organización sin fines de lucro que ofrece terapia preescolar, a nivel de escuela primaria y ambulatoria a niños con necesidades especiales. Se puede contactar con Stacy en: stacyk@bcckids.org
Referencias:
Sensory Over-Responsivity in Elementary School:
Prevalence and Social-Emotional Correlates A. Ben-Sasson & A. S. Carter & M. J. Briggs-Gowan
Journal of Abnormal Child Psychology 2009
https://www.spdstar.org/sites/default/ les/publications/ SensoryOverResponsivityinElementary.PDF