Por: Antwan McKenzie-Plez, M.A., Pasante, Orientador de Salud Mental Registrado
Pocas veces hasta ahora en mi práctica clínica, he tenido una experiencia que no se puede resumir fácilmente. Es una experiencia que es en parte intuitiva, en parte espiritual, y en conjunto un sentimiento que las palabras no pueden explicar. Este sentimiento, que ocurre en algún lugar entre el instinto y el corazón, se siente mutua y simultáneamente entre el cliente y el terapeuta clínico.
En esa primera sesión con un joven negro +identificado LGBTQ, se produce una conexión algo mágica cuando el joven se da cuenta de que el profesional de salud mental con el que trabajará también es joven, negro, queer (homosexual) y un (a) chico (a)/ persona (nacido y criado en un vecindario como el de ellos). A menudo es en ese momento que cualquier resistencia, indecision o temor sobre cómo será este proceso, se desvanece visible y palpablemente y se genera un espacio para que su trabajo de sanación comience.
Puedo recordar una sesión de admisión con un joven negro gay que había sido bastante difícil de contactar. Era evidente que, por alguna razón, él se resistía a recibir servicios a pesar de una necesidad obvia. Después de finalmente localizarlo para fijar una sesión de admisión en el hogar, me encontré sentado frente a un joven aterrorizado. Más tarde, en las dos horas de sesión, me enteré de que él había tenido muchas experiencias negativas al recibir servicios de salud mental en el pasado y que dudaba que encontraría un terapeuta con el que pudiera conectarse.
Al darme cuenta del alto nivel de ansiedad que sentía, rápidamente tomé la decisión de revelar mi identidad como también negro gay. Cinco minutos después, ya no estábamos sentados uno frente al otro. Nos sentamos uno al lado del otro en su sofá y conversamos como dos viejos amigos. En esa sesión, el cliente informó que había sido más abierto y honesto sobre sus luchas durante esas dos horas de lo que había sido en los muchos años de terapia que precedieron a este momento.
Lo que sucedió en esta historia es un ejemplo de la vida real de cómo la representación es importante en la salud mental y en los servicios sociales en general.
Es un hecho ampliamente aceptado que el determinante más importante para el éxito de un individuo en el tratamiento de salud mental es la relación terapéutica. Más allá de cualquier intervención o modalidad en particular, lo que a menudo marca la diferencia en las intervenciones que salvan vidas es que tan bien un cliente le gusté y confié en su terapeuta clínico. Aunque esto ciertamente se puede lograr trabajando con un terapeuta cisgénero, heterosexual y que no es POC (persona de color), creo que existe una gran probabilidad de que esas barreras bajen a un ritmo mucho más rápido cuando el joven negro o afrodescendiente queer (homosexual) se ve a sí mismo representado en su terapeuta clínico.
Los clientes, cuando se ven reflejados en su terapeuta clínico, se sienten cómodos sabiendo que ciertas cosas no tienen que explicarse de la misma manera que podrían tener que hacerse con alguien que no ha tenido esa experiencia de vida compartida. Aunque hemos recorrido un largo camino en el campo de la competencia cultural, nadie comprende la experiencia altamente única de ser negro o afrodescendiente y queer (homosexual) en el Sur del país, como una persona que es negro afrodescendiente y queer (homosexual) en el Sur del país.
Con toda las investigación e informaciones que se publican, descubro que no hay necesidad de explorar en este breve artículo todas las razones por las cuales los jóvenes negros o afrodescendiente + LGBTQ están en extrema necesidad de servicios de salud mental. Es bastante evidente que estos jóvenes sufren problemas de salud mental a un ritmo alarmantemente más alto que sus contrapartes no-negros o no-afrodescendientes, así como sus contrapartes cisgéneros y heterosexuales.
Sin embargo, vale la pena mencionar que, en un estudio muy reciente realizado por el Proyecto Trevor, llamado La Encuesta Nacional sobre la Salud Mental de Jóvenes LGBTQ. Uno de los hallazgos más alarmantes en este estudio, que encuestó a más de 34,000 jóvenes LGBTQ, es que los jóvenes LGBTQ negros y/o afrodescendientes tienen menos probabilidades de recibir atención en el campo de la salud mental que la población juvenil LGBTQ general, a pesar de reportar tasas similares (a menudo más altas) de depresión y pensamientos suicidas. En un momento cuando las tasas de intentos de suicidio están en su punto más alto entre los jóvenes negros y/o afrodescendientes, este hallazgo es más que preocupante: nuestros bebés están en crisis y sufren en gran medida en silencio.
Si bien el estudio no proporciona razones directas para tal disparidad, los investigadores relacionados con el estudio sugieren que las causas probables incluyen acceso inadecuado a los cuidados, falta de competencia cultural de los proveedores y (lo adivinó) falta de representación en el campo.
Dicho esto, mi punto se puede resumir de esta manera: 1. Los organismos locales deben tener la intención de contratar profesionales de la salud mental que puedan servir como representación para nuestra juventud negra queer (homosexual); 2. Los servicios de salud mental deben recomendarse, adaptarse a las necesidades específicas de esta población y ponerse a disposición de todos y cada uno de los jóvenes negros o afrodescendientes de nuestra comunidad que se identifican como LGBTQ +; y 3. Los padres y cuidadores de niños negros o afrodescendientes que se identifican como LGBTQ + deben buscar activamente a los terapeutas clínicos negros o afrodescendientes y abiertamente LGBTQ + para sus hijos a fin de eliminar rápidamente las barreras conocidas para el proceso de sanación.
Antwan McKenzie-Plez, “The Expectation Grief Specialist ”es Pasante Orientador de Salud Mental Registrado, Entrenador Certificado de Apoyo Para la Vida y el Empleo con una Maestría en Artes en Asesoramiento Clínico de Salud Mental y una Certificación a Nivel de Estudios de Postgrado en Asesoramiento Sobre Abuso de Sustancias.
Website: www.itsallgrief.com